II
Y todo vuelve a mí como siempre
con el susurro de las hadas palpitantes.
El peligro es confundir el sentimiento,
forzar lo que aún no se siente
y presentir falsos delirios que quién sabe...
quién sabe de que están hechas esas paredes de
mármol
del mausoleo del noble caballero de las
incertidumbres insensatas.
No hay hora, no hay momento, para seguir
insistiendo
o querer aquello que no se quiere
o los deseos no correspondidos que sin intención
dejan en evidencia una nostalgia que se decía
vencida.
¿Y qué contempla el incipiente místico entre tantas
soledades,
acariciando suave y dulcemente aquello que tiende a
ser volátil
y demasiado ligero para poder ser consolidado?
El hervor de tu libre sensación inconsciente
esfuma en susurro una inquietud que se evapora,
siento que me recuerdan y que alguien se me marcha.
¿Quién mira mi retrato en este instante?
¿quién agita las aguas que fueron tan tempestuosas
y su desesperado lamento de la Diosa Sedna en mi
vida?
¿será causa o destino?
pero ya sé que no pareces estar
aunque con frecuencia en ti medito
y te miro en mi suspiro cuando las sombras antiguas
traen falsos colores, líneas dolientes y una
sinfonía de ensueños.
Sin embargo, al mirar lo que me enseñaste hoy,
desata cualquier anhelo oculto en la intimidad de
mi canción...
qué suave se veía tu piel desnuda, cubierta con
hipócrita vergüenza,
pues si fuiste capaz de dejar que así el lente
captara esas imágenes,
es que desde tu interno deseabas que otro ser así
te contemplara.
Es allí donde yo me aparezco
cual lobo en acechanza vigilando su deseosa presa,
expectante y sediento de sangre fresca,
carne limpia, sedosa y tierna,
lista para ser trabajada con dulce y perfecto
trato,
caricias, susurros sutiles y labios que se
humedecen,
quejidos y jadeantes palabras que se disuelven en
sus labios.
Y se pregunta el joven místico:
¿quién es capaz de negarle tan ligeros momentos
donde se podría disfrutar de la belleza de esa
azucena,
el dulce almíbar de sus labios
y el azúcar de su piel pura e inmaculada?,
caramelo que no quería saborear
para evitar caer en el embrujo de su hechizo
natural,
palmera de bahía distante, rosa desafiante de
pradera,
cueva donde se guarda tu tesoro,
flor de botón que aún no se abre al mundo
y aparece pura ante mi asombro y mi angustia.
Suben las palpitaciones y los latidos se aceleran,
¿cuándo cubrirán mis labios parte de lo que sin mácula
se muestra?
Esbelta y distante, oronda la luna vigila tu noche,
sabe más de lo que pudiera decir y solo ella
resguarda tus secretos.
Misterios tibios que el universo baraja
y saca la mejor carta del juego donde nadie
oportunidad posee,
y te dije una vez que no desearía tenerte que
extrañar,
pero ya me ves enganchado a la cadena de un delirio
derivado.
No soy valiente guerrero y no lucho para desafiar
lo que siento,
me rindo al sentimiento y espero que mis
pensamientos disueltos
lleguen a tu corazón inseguro y lo haga estable y
bien sentido.
Dame tu caramelo y enjuágalo con el rocío de tu
esencia.
Ángel de mi actual poesía y Ángel del corazón de
hoy.
(...)
CEBA
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