en esta dulce tarde de pensamiento;
me resguardo en la calidez sublime,
que acompaña el cremoso aceite del lamer gentil
de tus labios que se sacian.
Verde el mirar de tus cristales,
hacen pausa y siguen el camino
sin importar su destino,
pues suyo es el espacio
y en este Amor no hay vacíos ingratos.
Se escuchan ya los pájaros de la tarde,
mientras sus retoños alcanzan refugio
ante el resguardo perfecto,
cuál nido imperturbable.
Así me haces sentir bajo el manto
amalgamado del clamor de tus brazos.
Hay pasión pero con respeto,
hay intensidad junto a los luceros,
hay amor en el cielo,
mientras los Ángeles entonan,
los cánticos iluminados
de la magia especial que emana
de la gama fascinante de tu cuerpo.
Deseo un espontáneo abrazo,
un estrecho lazo
y tú beso natural
saboreando mis labios
César Borges
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