Pensé que estaba lloviendo,
pero no, eran mis ojos que te extrañaban.
Dejo descansar mi mente
en la mañana disuelta de tu pensamiento,
abrazo tibio de tu tez tibia,
mostrada de tu humedad floreada,
en la azúcar de tus labios
y el perfume convicto de tu cuerpo.
Destellos de otra Nova gigante
naciendo en esta hermosa mañana
acompañada de tu lucero matutino,
que sólo eres tú, mi querida Venus,
calor embriagado de tu piel,
muslos esponjosos que tímido me declaran,
beso tenue resbalando por tu silueta.
Juego con tu entrepierna al cosquilleo,
masticando con mis labios tu dulzura,
amor de esta luna creciente,
manso tiempo de tu esencia.
Besos que colman destellos incandescentes
con la alegría festiva,
de los entrejuegos de escondidos,
que transportan los globulitos de tu cándida energía.
CEBA
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