RENUNCIA
Nunca amaré su
recuerdo
pues hizo de mí
un desecho.
Jamás diré: «si
te acuerdas...»
Si el sol se
levantase con su aldea,
jamás
recordaré, jamás diré,
jamás lluvia
seca...
Nunca me verá
rebuscando los papeles
para tropezarme
con ella de vuelta;
jamás diré: en
dónde se hallará su silueta.
Aunque
inevitablemente la mañana lo traiga
por la ventana
de su lejana tierra.
Nunca me
mostraré sediento
buscando alivio
en el algodón de sus besos,
jamás diré:
cuánto la extraño...
sólo porque me
dejó retorcido y enfermo.
Jamás la
tendré... jamás su tiempo.
Jamás la tendré
en un riachuelo
para desviar su
curso y refrescar mi alma,
jamás la
llamaré para mendigarle que vuelva,
jamás diré:
nada como ella...
jamás recordaré
su estela...
jamás su
vuelta.
Nunca me
despediré de ella,
para qué gastar
una mañana nueva
en pozos
encantados de penas,
jamás
volveré...
jamás la
cuidaré como ayer,
jamás otro
tiempo...
jamás de
vuelta.
CÉSAR BORGES
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